lunes, 18 de abril de 2011

Ejemplo de epílogo. Jorge Luis Borges

Las líneas que siguen fueron tomadas de:
 Alvarado, Maite. Paratexto, Enciclopedia Semiológica. Buenos Aires, Eudeba, 2006.

Epílogo, por Jorge Luis Borges

Dos tendencias he descubierto, al corregir las pruebas, en los misceláneos trabajos de este volumen.
Una, a estimar las ideas religiosas o filosóficas por su valor estético y aun por lo que encierran de singular y maravilloso. Esto es quizás indicio de un escepticismo esencial. Otra, a presuponer (y a verificar) que el número de fábulas o de metáforas de que es capaz la imaginación de los hombres es limitado, pero que esas contadas invenciones pueden ser todo para todos, como el Apóstol.
Quiero asimismo aprovechar esta hoja para corregir un error. En un ensayo he atribuido a Bacon el pensamiento de que Dios compuso dos libros: el mundo y la Sagrada Escritura. Bacon se limitó a repetir un lugar común escolástico; en el Breviloquium de San Buenaventura -obra del siglo XII- se lee: creatura mundi est quasi quidan liber in quo legitur Trinitas. Véase Etienne Gilson: La philosophie au moyen Age, págs.. 442, 464.
                                                                                                                  J. L. B.
Buenos Aires, 25 de junio de 1952.
En este caso, el epílogo se revela como enunciado en un momento posterior al del texto (“He descubierto, al corregir las pruebas…”) y cumple las dos funciones del prólogo: la informativa-interpretativa, en este caso enriquecida por la corrección del error (una suerte de fe de erratas), que reúne el gesto de sinceridad (falsa modestia) y la erudición (referencias intertextuales encadenadas). […] También cumple la función argumentativa persuasiva. Por tratarse de un postfacio, la argumentación no busca captar o retener al lector, que seguramente ya leyó el texto, sino persuadirlo de que, por detrás de la aparente diversidad de los ensayos recopilados, existe cierta unidad ( “Dos tendencias he descubierto, al corregir las pruebas, en los misceláneos trabajos de este volumen”).

lunes, 11 de abril de 2011

Sobre el PRÓLOGO, por Augusto Raris

Un prólogo es un discurso  breve que aparece al principio de un libro –precede al cuerpo principal- y sirve para orientar al lector acerca de lo que  trata o de lo que se va a desarrollar a lo largo del escrito.
Asimismo, este paratexto se usa para hacer agradecimientos, para comparar la obra con otras semejantes anteriormente publicadas, para explicar por qué una obra es mejor o más original que otras, para dar explicaciones de por qué fue escrita o en qué se inspiró el autor para crearla… Y también,  en algunos casos, como comienzo de una historia…
El prólogo puede estar escrito por el mismo autor de la obra o por otra persona. En el segundo caso generalmente el autor del libro es una persona reconocida y es otra la que asume la escritura del prólogo  para elogiarlo.

Para poder redactar un prólogo lo que se necesita fundamentalmente es saber sobre qué tipo de texto vamos a escribir. Una vez que sabemos de qué se trata el libro hay varios elementos o recursos que podemos usar:
Uno de esos elementos es el que se refiere a la “inspiración”; es decir, contar en qué se basó o en qué se inspiró el autor para hacer el libro.
Otro elemento es la “comparación” a través de la cual se hace referencia a otras obras que tengan en común el tema principal de nuestro libro. Cuando se comparan dos textos, por lo general se deja en claro qué tiene de original el libro sobre el cual se está escribiendo en relación a  la publicación anterior.
También se suele incluir en el prologo la mención a los distintos “contenidos” que desarrolla el libro;  esto quiere decir que se realiza una breve explicación o comentario de los temas que desarrolla el texto.
En algunas ocasiones se “caracteriza al autor”, ofreciendo de él una escueta biografía o brindando información sobre sus investigaciones anteriores.
Se suelen terminar los prólogos con “agradecimientos”, en los cuales el autor agradece a las personas que le facilitaron información para escribir el libro o lo ayudaron a corregirlo.

Prólogo del libro Juan Manuel de Rosas, por Nicolás Cámera

Juan Manuel de Rosas 
Me ha llevado a escribir este libro mi gran admiración por el presidente de la Confederación y Restaurador de las Leyes y mi afán de que todo el pueblo argentino vea a Rosas como realmente fue: una persona talentosa e inteligente, con toma de decisiones acertadas respecto de  la economía del país… y, lo que es aún más importante, una persona con amor a su bandera.
            Este libro trata de modo específico sobre todas las cosas que Rosas realizó respecto de la agronomía,  la administración y  la economía de nuestro país. Sinceramente, fue muy difícil recopilar la información necesaria.  Afortunadamente, pude trabajar con manuscritos históricos hasta hoy no consultados y a cartas que le envió a su esposa y a su  hija. Asimismo, tuve oportunidad de acceder a escritos de algunos de sus compañeros de campaña.
            Sé que recibiré criticas de algunos de mis colegas por la postura que asumo en esta investigación, ya que no todos estarán de acuerdo con mi defensa  de Rosas y “La campaña del desierto”...  Pero, como se verá, he tratado en este libro de justificar su  actitud  según el contexto de época.
            Mi mayor deseo es que todo lector pueda aceptar a Rosas como un héroe patrio.   

Sobre el texto de DARWIN, por Nicolás Cámera

Código lingüístico: El texto está escrito en español culto (es una traducción). Hay palabras científicas (por ejemplo: “Parus Major”).
Código sociocultural: El receptor, para comprender el texto, debe tener idea de quién fue Darwin y de qué  tratan sus estudios. También,  saber cuáles son los pájaros que se mencionan en este texto. El tema es muy específico: la evolución y selección natural de las especies...
           

Para tener en cuenta a la hora de escribir un prólogo...

Para  tener en cuenta a la hora de escribir un prólogo, por Mayra Kolak

Cuando escribimos un prólogo, fundamentalmente debemos:
1.-  informar e interpretar,
2.- persuadir y argumentar.

A partir de estos grandes campos, podemos:
ü  dar detalles sobre la estructura del libro;
ü  resaltar la importancia del tema;
ü  evidenciar las circunstancias en las que fue escrita la obra;
ü  dar a conocer los motivos que llevaron a redactar el texto;
ü  enumerar  otros libros relacionados;
ü  comparar  con otros textos; 
ü  evidenciar lo novedoso; 
ü  tener en cuenta a quién va dirigido el libro (T. de la Recepción).


Sobre el prólogo, por M. Alvarado

Escribe Maite Alvarado en Paratexto (Buenos Aires, Eudeba, 2006, pág. 55): “La mayoría de los prólogos cumplen dos funciones básicas, que comparten con las contratapas, aunque la dominancia de una sobre otra es inversa en ambos: una función informativa e interpretativa respecto del texto y una función persuasiva o argumentativa, destinada a captar al lector y retenerlo”.

viernes, 1 de abril de 2011

Hipótesis de lectura. Un trabajo de Gisella Ferrero

Hipótesis de lectura. Un trabajo de Gisella Ferrero 
Historia Argentina, de Luis Alberto Romero
Luis Alberto Romero es un escritor muy reconocido, famoso por sus textos sobre diferentes momentos de la historia argentina. También, ha ganado premios importantes en el campo de la literatura. Se lo reconoce mundialmente por su forma de escritura y de expresión, pero sobre todo por su mirada compleja acerca de la política de nuestro país. En su última publicación, Historia Argentina,  es llamativa su forma de contar los hechos -a veces de modo contradictorio- sobre  épocas pasadas y gloriosas de nuestra patria.
José Luis Romero es autor de obras que siempre permiten el debate sobre distintas ideas  políticas. En Historia Argentina ofrece un mundo de opiniones. Es profundo y audaz en sus miradas. El texto se detiene sobre todo en los eventos más importantes del siglo XIX y XX.  En el Epílogo, arroja preguntas candentes: ¿seguiremos cumpliendo con nuestra democracia?, ¿habrá  igualdad de clases o seguirá habiendo favoritismos?, ¿existirán oportunidades de trabajo y educación para todos los habitantes del suelo Argentino?... Y, fundamentalmente, ¿se cumplirán las leyes de la justicia, sin excepciones?
Historia Argentina es un libro que puede ser disfrutado por lectores de todas las edades, ya que no contiene términos demasiado complejos y trata de un tema fundamental: conocer nuestra propia historia…

Elementos de la comunicación. Funciones del lenguaje

Para que revisen sus conocimientos...


Elementos de la comunicación
Funciones del lenguaje
Fundamentada en las funciones biológicas, psicológicas y sociales que cumple, y entendida por consiguiente como fenómeno funcional, la comunicación se presenta, pues,  como un proceso de intercambio y se organiza a lo largo de los diferentes elementos que participan en el fenómeno, separados tradicionalmente en:
a)      Emisor o alocutor: parte “iniciadora”, codificadora y fuente de señales.
b)      Receptor o alocutario o destinatario: decodificador de las señales enviadas por el emisor.
c)      Código: sistema de señales compartido por el emisor y el receptor, que hace posible la (de)codificación de los mensajes.
d)      Mensaje: secuencia de señales codificadas que se intercambian emisores y receptores.
e)      Canal: medio de relación entre los participante, que actúa, pues como “contacto” mediante el cual se transmiten los mensajes.
f)        Contexto: entendido en el sentido de medio en el que tiene lugar el proceso de enviar mensajes a través de un canal, y que asume un papel decisivo en la interpretación de dichos mensajes.  
En forma de  esquema un hecho lingüístico, entonces,  puede representarse de la siguiente manera:
contexto

destinador .......... mensaje ..........destinatario

canal

código

Elementos del circuito de la comunicación[1]

El lenguaje, por otra parte, es empleado con diferentes funciones. Los hablantes usan el lenguaje con variados propósitos y es frecuente que  un mismo  mensaje cumpla varias funciones simultáneamente. En tales casos una de esas funciones es predominante.  Tradicionalmente se han reconocido tres funciones básicas del lenguaje[2]: la función emotiva, la función conativa o directiva, y la función referencial o informativa, cada una de ellas relacionada con una persona verbal.
Posteriormente se han ido reconociendo otros usos del lenguaje. El lingüista  Roman Jakobson postuló las diferentes funciones del lenguaje con la finalidad específica de definir la función poética. Su trabajo lleva el título de Lingüística y poética, que luego formó parte de Ensayos de Lingüística General.[4] Según Jakobson cada uno de los elementos involucrados en la comunicación verbal determina una función diferente del lenguaje. Así, podemos distinguir seis funciones:
1. Referencial, también llamada denotativa, cognoscitiva o informativa
2. Emotiva, también llamada expresiva
3. Conativa o directiva
4. Fática
5. Poética
6. Metalingüística
En el siguiente esquema pueden apreciarse las relaciones entre los elementos de la comunicación y las funciones que asume el lenguaje según a cuál de esos elementos se orienta el mensaje:

Contexto
Función referencial

Hablante                     Mensaje                     Oyente
Función emotiva        Función poética      Función conativa

Canal
Función fática

Código
Función metalingüística
Elementos de la comunicación y funciones del lenguaje[5]

La estructura verbal del mensaje depende, básicamente, de la función predominante. En verdad, cualquier tipo de oración puede cumplir cualquiera de las funciones básicas del lenguaje, pues éste ofrece múltiples posibilidades. Por lo tanto, el reconocimiento de cuál será la función principal de un discurso no es algo que pueda realizarse aplicando reglas fijas; se debe estar atento al contexto, a los interlocutores, y a la riqueza y complejidad del lenguaje.
La función referencial: el uso informativo del lenguaje se caracteriza por su orientación hacia el contexto. En un discurso predominantemente informativo, un hablante (1ª persona) se dirige a un oyente (2ª persona) para referirse a algo o a alguien (referente). Así, los discursos informativos (referenciales) suelen describir objetos, relatar acontecimientos, explicar y predecir hechos. Los textos que vehiculizan predominantemente esta función son los científicos y expositivos.
La función emotiva: un discurso es emotivo si traduce la actitud del hablante hacia aquello a lo que se refiere, si sus emociones o sentimientos constituyen el contenido fundamental de su lenguaje, o si es usado para despertar estados afectivos en el oyente. Dice Marta Marín refiriéndose a la función emotiva: "los textos portadores de esta función no son los literarios, sino que aparecen corrientemente en cualquier texto cotidiano: conversación, carta familiar o íntima donde se manifiesten sentimientos, sensaciones o pensamientos."[6]
La función poética: la función poética del lenguaje, caracterizada por su orientación hacia el mensaje como tal, no es sólo propia de la poesía sino que puede ser reconocida en la literatura en general, en los textos de anuncios publicitarios, si están bellamente compuestos, en ciertos títulos de películas, etc.
La función conativa: esta función aparece cuando se desea promover ciertas conductas del oyente o impedir la realización de determinadas acciones. Como este influir sobre el otro es una apelación al interlocutor, esta función también se conoce como apelativa. El propósito del discurso recae en el receptor y el lenguaje tiene una función directa; por lo general, este discurso se estructura con oraciones con verbo en imperativo.
La función fática: aparece en aquellos mensajes que son formulados con el propósito de establecer, prolongar o interrumpir la comunicación, comprobar que el canal está abierto, despertar y atraer la atención del oyente, confirmar que sigue allí o dar señales de que el contacto no se ha perdido. En la apertura y clausura de una comunicación, en las presentaciones y las despedidas, las formas de  comunicación fática se hallan ritualizadas.
La función metalingüística: esta función aparece cuando el discurso está centrado en el código. Es decir, cuando el lenguaje se emplea para hablar o escribir sobre el lenguaje.
Podemos definir, entonces, las funciones del lenguaje como el uso de la lengua que hace el hablante según sus intenciones.


[1] Jakobson, Roman. “Lingüística y poética”. En: Ensayos de Lingüística general, Barcelona, Seix Barral, 1981 (el artículo citado data de 1960) pág. 353.
[2] "Triple es la función del lenguaje humano: manifestación, repercusión y representación. Hoy prefiero los términos expresión, apelación y representación..." Buhler, Karl.. “El modelo de 'organon' propio del lenguaje”. UBA. Cátedra de Gramática Española I. Profesora Ofelia Kovacci, ficha 10, 1981.
[3] Tomado de: Tuchsznaider, E. Leer, pensar, entender. Bs. As., Temas, 2004, pág. 61.
[4] Jakobson, Roman. Ensayos de lingüística general, Barcelona Seix Barral, 1975.

[5] Tomado de: Tuchsznaider, E. Leer, pensar, entender. Bs. As., Temas, 2004, pág. 61.
[6] Marín, Marta. Lingüística y enseñanza de la lengua. Bs. As. Aique, 1998, pág. 63.